martes, 2 de julio de 2013

Hay que morir inspirando amor (si se puede)

La lectura del libro "Diario de invierno", de Paul Auster, da para mucho. He encontrado en él reflexiones muy interesantes. Entre otras cosas, el autor cuenta que estamos rodeados continuamente por muchas amenazas potenciales, de las que muchas veces no somos conscientes, y que a nuestro alrededor se producen una gran cantidad de muertes y accidentes absurdos como atragantarse, morir por una bala perdida, electrocutarse por aparatos eléctricos que caen en la bañera... Auster concluye, sabiamente, que todo aquel que ha conseguido llegar a una edad avanzada ha sido porque ha conseguido eludir estos peligros latentes.

Hablando de la muerte, una de las citas a las que alude al autor es del ensayista francés Joubert: el fin de la vida es amargo. Cuenta Auster que menos de un año después de que este filósofo escribiera esas palabras, anotó la siguiente formulación sobre el fin de la vida: hay que morir inspirando amor (si se puede).  Auster, impresionado por esta cita, hace la siguiente reflexión: 

"Te conmueve esa frase, sobre todo las palabras entre paréntesis, que a tu modo de ver muestran una gran sensibilidad de espíritu, adquirida con gran esfuerzo, sobre lo difícil que resulta inspirar amor, en particular para alguien que está en la vejez, que se está sumiendo en la decrepitud y se encuentra al cuidado de otros.  Si se puede. Probablemente no exista mayor logro humano que merecer amor al final. Manchando el lecho de muerte con babas y orines. Todos vamos a pasar por ahí, te dices a ti mismo, y la cuestión es hasta qué punto puede seguir siendo humana una persona mientras se encuentra en un estado de impotencia y degradación. No puedes pronosticar lo que ocurrirá cuando llegue el día en que te metas en la cama por última vez, pero si no desapareces súbitamente como tu padre y tu madre, quieres morir inspirando amor.  Si puedes.